En nuestro mes aniversario, decidimos celebrar nuestros 30 años de
trayectoria recordando nuestros inicios, recordando anécdotas que nos
marcaron, y recordando esa esencia que creemos nos diferencia; el
sentimiento que ponemos en nuestro servicio. Para ello, hemos entrevistado
a nuestro Director General, César García, y al Padre Cristóbal Bienkowski,
quien dirige nuestras misas mensuales, para que nos ayuden a hacer
memoria.
¿Sr. García, cómo recuerda que fueron los inicios de Jardín de la Paz, hace
30 años?
César García (CG): “Cuando empezamos Jardín de La Paz, nadie sabía lo
que era un cementerio jardín. Cuando empezamos a vender las parcelas, o
sitios, teníamos que convencer a la gente de que un jardín era mejor que un
panteón. La gente nos pedía panteón, y nosotros les teníamos que explicar
que no íbamos a construir nada en este hermoso jardín. Esto iba a quedar
así, naturalmente. A pesar de que la tradición de los panteones era muy
fuerte, nosotros nos plantamos en tener un jardín, un ‘jardín de la paz’.
Desde sus inicios, Jardín de la Paz buscó siempre ofrecer a las familias una
manera diferente de homenajear y despedir a sus seres queridos. En su
parecer, ¿cómo le parece que esto hace que Jardín de la Paz sea diferente?
¿Y cómo ve Ud. que lo valora la gente?
Padre Cristóbal Bienkowski (PCB): “La gente valora mucho. Nuestra
respuesta, el mensaje siempre es diferente. Cambia para cada persona, para
cada familia, cada caso. Hay que despertar un poco la psicología. Yo me
encuentro con las personas por primera vez en el salón del velatorio, o en el
cementerio. Allí comienzo de a poquito a acompañarlos, con unas palabritas.
Al tocarles la mano, ya uno se da cuenta de lo que pasa, y ahí elijo cuál debe
ser el mensaje, y de qué manera debo darle ese mensaje.”
CG: “Nuestra principal aliada es la naturaleza. Los árboles, los jardines, las
aves. Eso es lo que le da vida, y sigue dando vida luego de la desaparición
de un ser querido—donde hay jardín, donde hay naturaleza, donde está Dios.
Al venir acá, cambia todo. Le cambia el humor a las personas. Hasta su
momento más difícil se atenúa por estar acá. Esa es la diferencia de estar en
un lugar como éste. El hecho de tener tanta paz, tanta naturaleza. Aunque
nuestros seres queridos ya no estén, viven a través de este hermoso jardín.”
Como dijo, Padre, cada persona, cada familia que pasa por aquí es diferente,
y recibe un trato diferente. En un momento difícil para muchos, ¿qué cree Ud.
que es lo mejor de tratar de una manera tan directa con cada persona?
PCB: “La paz. Dar la paz. La gente hoy, no solamente los que perdieron a
alguien, los seres humanos necesitan paz. Estamos con el Internet como
locos detrás de novedades. Nos olvidamos de nosotros mismos. Nos
olvidamos de parar un poco a reflexionar. Cuando alguien se va, uno se ve
obligado a parar, y necesita una palanca. Un abrazo, una mano. Necesitan
que alguien esté con ellos. A veces nos olvidamos de compartir y de dar. Y
no nos cuesta nada. Decir una palabra linda de esperanza, de paz, de amor.
Abrazar. Con eso basta.”
Con 30 años de historia, hay tanto que mencionar, tanto vivido. ¿Tendrían
alguna anécdota que refleje la esencia de Jardín de la Paz para compartir
con nosotros?
CG: “A nosotros nos tocó vivir el 1ro de agosto, la tragedia de Ycuá
Bolaños. Ese día fue tenebroso para nosotros. Tanta gente, tanta
desolación. Todos los funcionarios nos pusimos a trabajar en eso. Nos
solidarizamos con la gente, y trabajamos sin descanso. Lo hicimos con un
sentido de servicio a la comunidad, en un momento trágico de nuestra
historia. La Fiscalía nos pidió que guardaremos los restos de 90 personas.
Fue terrible, porque la gente venía a visitar a sus seres queridos, pero no
sabían quiénes eran, dónde estaban. Entonces el dolor era mucho más
fuerte.
Trabajar en esa contención fue una tarea difícil, muy difícil. Pero nuestro
trabajo se diferencia de otros en lo gratificante que es servir a la gente. La
gente te dice ‘Gracias por haberme dado este servicio. Gracias por haberle
despedido a mi papá, a mi mamá’. Aquí rendimos homenaje, damos afecto,
damos naturaleza. Damos cariño a la gente. Y eso hace que la gente
adopte a este lugar.
PCB: “Yo tengo dos momentos que me marcaron mucho. Uno fue el velorio
de un chico que era obrero en el puerto. El chico no tenía familiares. Estaba
vestido de trabajador del puerto, y habían 12 compañeros suyos, hombres
bien rústicos, arrodillados rezando el rosario, como 12 apóstoles. Me impactó
tanto. Quise abrazarlos, pero me arrodillé y recé con ellos, como Jesús y los
12 apóstoles, con Lázaro en el medio.
Otra vez, acá en Asunción, me pidieron asistir a un velorio de otro rito, de la
iglesia Rusa Ortodoxa. Ellos no tienen sacerdotes aquí, solo en Itapúa. Es
muy difícil. Yo fui a hacer el responso, y como conozco un poco el idioma, le
hice un salmo en antiguo ruso griego. Estaban felices. Quise cantar, pero
después decidí que era mejor leer, para no meter la pata. Eso impactó a la
gente, el hecho de que haya homenajeado a su ser querido en su idioma.”
¿Qué mensaje les gustaría dejar para la familia y los colaboradores de Jardín
de la Paz?
PCB: “Sean pacientes. Nosotros debemos servir a estas personas que
perdieron sus seres queridos. Debemos atenderlos bien, con amor. No existe
el ‘hoy no tengo ganas, tengo un mal día’. Los problemas familiares los
debemos dejar en la puerta. Y esto no es fácil, porque somos seres humanos
también.”
CG: “A toda la familia de Jardín de la Paz, a todas aquellas personas que
tienen un ser querido acá, a todas aquellas personas que han tenido la
confianza de habernos encomendado a nosotros la despedida de un ser
querido, les decimos gracias por confiar en nosotros. Deben tener la
seguridad de que así como confiaron en nosotros, nosotros responderemos
siempre, brindándoles lo mejor con el sentimiento y con el respeto que
merece cada una de las familias.”
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